La responsabilidad es un valor que está en la conciencia
de la persona, que le permite reflexionar, administrar, orientar y
valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral.
Una vez que pasa al plano ético (puesta en práctica), se establece la
magnitud de dichas acciones y de cómo afrontarlas de la manera más
positiva e integral.
Una persona se caracteriza por su responsabilidad porque tiene la
virtud no sólo de tomar una serie de decisiones de manera consciente
sino también de asumir las consecuencias que tengan las citadas
decisiones y de responder de las mismas ante quien corresponda en cada
momento.
En la tradición kantiana, la responsabilidad es la virtud individual de concebir libre y conscientemente los máximos actos posibles universalizables de nuestra conducta. Para Hans Jonas,
en cambio, la responsabilidad es una virtud social que se configura
bajo la forma de un imperativo que, siguiendo formalmente al imperativo categórico
kantiano, ordena: “obra de tal modo que los efectos de tu acción sean
compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la
Tierra”. Dicho imperativo se conoce como el principio de responsabilidad.
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