La humildad es una cualidad o característica humana que es
atribuida a toda persona que se considere un ser pequeño e
insignificante frente a lo trascendente de su existencia o a Dios según si se habla en términos teológicos.
Una persona humilde generalmente ha de ser modesta y vivir sin mayores
pretensiones: alguien que no piensa que él o ella es mejor o más
importante que otros. El concepto de la humildad en varias confesiones
es a menudo mucho más exacto y extenso. La humildad no debe ser
confundida con la humillación,
que es el acto de hacer experimentar en algún otro o en uno mismo una
avergonzante sensación, y que es algo totalmente diferente.
Para el cristianismo la mayor persona humilde fue Jesús que siendo el
más rico de todos se hizo pobre y nació en un pesebre y siendo el más
importante murió en una cruz
Desde la perspectiva de la evolución espiritual, la humildad es una
virtud de realismo, pues consiste en ser conscientes de nuestras
limitaciones e insuficiencias y en actuar de acuerdo con tal conciencia.
Más exactamente, la humildad es la sabiduría de lo que somos. Es decir,
es la sabiduría de aceptar nuestro nivel real evolutivo.
La humildad en las personas es toda aquella cualidad que revela el
completo concepto de lo que es el ser humano, es la verdadera virtud que
muestra en un más completo sentido lo que convierte a una persona en
humano.
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